Lulú Martorell

LULÚ MARTORELL, EUROPEA SENEGALIZADA"Vivo en taparrabos, vivo en el paraíso"
Tengo 48 años. Nací en Barcelona y, desde hace tres años, vivo en Djembereng, al sur de Senegal: me quedaré allí para siempre. Soy cineasta. Vivo con Toti, mi pareja. No he querido tener hijos. ¿Política? Soy roja, lo he sido y siempre lo seré. ¿Dios? Coincido con el animismo: todas las cosas, si puedes nombrarlas, tienen un alma VÍCTOR-M. AMELA - 04/05/2006-

¿A qué se dedicaba usted aquí? - Soy cineasta. Realizaba documentales, trabajaba para televisión... - ¿Y por qué se largó? - Tenía ya 40 años y me preguntaba: "Y esta segunda parte de mi vida... ¿la pasaré repitiendo la primera?". - La famosa crisis de los 40... - Sí. Y decidí cumplir mi sueño, eso que piensas que nunca podrás hacer. Y he visto que si pones de tu parte, ¡sí puedes! - ¿Y en qué consistía su sueño? - Vivir en taparrabos en una playa. ¡Y así vivo ahora! - ¿Dónde? - Al sur de Senegal, en la región de la Casamance, una zona deltaica, rica, exuberante, de manglares, selva, playas... Es el paraíso. Yo vivo en el paraíso. Mi paraíso Jammin´. - ¿Qué quiere decir lo de Jammin´? - Jammin´significa lío, como cantaba Bob Marley en su canción: "Jammin´, jammin´...". Arrebato de felicidad, fiesta, alegría... Marley dijo que su paraíso sería "cualquier lugar verde en el que poder andar y respirar con libertad". - ¿Y usted lo ha encontrado? - Sí: lo llamo Senegalize. Es mi Senegal, un Senegal soñado, idealizado, de hermosos espacios de libertad: ¡lo que buscamos los herederos de Marley, la familia Jammin´! - ¿Cuánto hace que lo ha encontrado? - Hace tres años, con mi pareja. Nos fuimos por unos meses..., y ya llevamos tres años. Al principio nos instalamos en Dakar. - La capital, ¿no? ¿Y qué tal? - Es grande, caótica, portuaria, habanera, divertida: te atrapa con su gente, su música, su juerga. En el suelo firmé un papel y compré una casa con terrado. ¡Cuántas fiestas...! - ¿Qué tipo de gente frecuentó allí? - Artistas, cineastas, músicos, rastafaris, santones, vividores... Hasta que descubrimos que no queríamos ya más urbe, y desaparecimos hacia el sur... - ¿Cómo es su casa, ahora? - Con la selva detrás y la playa delante, maravillosa: cada mañana salgo a la puerta y veo el mar. - ¿Qué hace usted un día normal? - Me levanto, me asomo, veo a alguien, le hablo, y siempre pasa algo que te llena el día. - ¿Por ejemplo? - Veo llegar al vecino pescador, le compro pescado, me comenta que a fulanito le ha pasado algo, o que menganito montará una fiesta... O, si no, voy yo a comprar a su casa, y allí veo a otra persona, con alguna historia... - Una vida simple. - He aprendido la norma senegalesa: Haz sólo una cosa por día.No quieras más. - Parece gente la mar de tranquila, ¿no? - Tranquila y bien asentada en su lugar. En España vemos llegar a los que no están a gusto en sus lugares y buscan otra cosa, ¡pero nada sabemos de los millones de personas que son felices donde están y con lo que tienen! - Tiene razón: explíqueme cosas de ellos. - Cuentan sólo hasta veinte. Los dedos que tenemos. Lo que no puede tocarse ¿qué importa? ¡Lo que exceda de veinte no cuenta! - ¿Profesan alguna religión? - Un islam muy africanizado, impregnado de animismo: todas las cosas tiene un alma. Si puedes hablar de algo es porque tiene alma: yo no discrepo de eso... - Una metafísica muy física, o viceversa... - Y luego está la música, el ritmo... Las raíces del reggae jamaicano están ahí: desde que lo oyeron supieron que eso era algo suyo. ¡Ahora Marley es allí un ídolo casi divino! - ¿Hacen buena música? - ¡Es la cuna del ritmo! Reggae, rap, salsa, mbalaj, toasting, sound system... Decenas de músicos. Mi favorito es Sekuba Bambino: su madre, cantante, le dejó con el padre para seguir su carrera. Él se hizo cantante para encontrarla. ¡Es el mejor! Nunca la encontró... - Pobre... ¿Y qué tal les va a los niños allí? - Son felices: sus madres los llevan encima hasta los dos años, piel con piel, día y noche, dándoles de mamar cuando lo piden. Eso da a los niños seguridad, no tienen miedo. ¡Si viesen esas madres cómo aquí los dejamos llorar, se espantarían! - Aquí los disciplinamos. - Aquí les advertimos: "Si ves a un desconocido, ¡aléjate!". Allí es al revés: "Si ves a un desconocido, ¡acércate y conócele!". Los niños vienen a preguntarte cosas, a tocarte... - ¿De qué viven las familias? - De sus manos. Y trabajan lo justo para pasar ese día. - ¿Con qué se divierten? - Fiestas, música, danzas, bunuk (vino de palma), relatos... Y la lucha diola, una especie de lucha canaria, cuerpo a cuerpo. No se golpean: gana el que pone la espalda del otro en tierra. Y cuando un luchador alcanza el máximo nivel, ¡deja de luchar para siempre! - Interesante. - Quiero montar una radio y transmitir los combates. Para eso estoy aprendiendo la lengua qwatai, la de los 4.000 habitantes de Djembereng, el pueblo junto al que estamos. - ¿Seguirá usted viviendo allí? - ¡Hasta mi muerte! En los entierros, la gente hace danzar el féretro hasta que el muerto traspasa sus dones a alguien. - ¿Y qué don transmitirá usted? - No sé... Cuando lo sepa, podré morir. - Seguirá usted buscándose allí... - Allí noto que cada vez tengo menos manías, que lo acepto todo mejor. Allí, descalza, piso la tierra, tan calentita, acogedora. Aquí vivimos en cubículos, y acojonados: allí no hay miedo. Aquí hay queja, allí hay alegría. Aquí hay desconfianza ante el que llega, allí eres bienvenido. Aquí nos castigamos, allí buscan el placer... ¡Allí todo brilla