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lunes, 29 de abril de 2013

On the Road

Esta no es la única crisis que ha vivido nuestro mundo. Ha habido muchas otras, sobretodo crisis personales. Durante los años 50 surgió la llamada “generación beat” (de “beaten down”) encabezada por Jack Kerouac. Este movimiento surgió como reivindicación a la situación socicultural y económica de después de la Segunda Guerra mundial reivindicando un poco lo que reivindicamos ahora, el inconformismo a una situación tan poco humana y a la pérdida de ética. El movimiento literario promovía la espontaneidad, que al igual que el jazz, hacía de la escritura un proceso espotáneo. Kerouac escribió "On the Road" de una sola tajada en unas tres semanas y ésta pasaría a ser el manifiesto de este movimiento "beat". Hoy he visto la película y me apetece escapar. Escapar como lo hacen los personajes. En parte novela autobiográfica, explica los viajes de Kerouac a lo largo de EU y Méjico. Un auténtico viaje no es sólo un periplo de aventuras y desenfreno intelectual, sino que conlleva cierta transformación interior de los viajeros y de las relaciones que tienen con el mundo. En la historia hay dos personajes esenciales: el espíritu libre y el escritor -el "alter ego" de Kerouac-. El primero inspira, el segundo relata. Ambos se necesitan y se quieren pero por motivos distintos, entre otras cosas, porque entienden el amor de modos distintos. Uno lo vive de un modo espontaneo y casi animal. En cambio, el segundo es más humano en este sentido y por consiguiente también más limitado. No quiere decir que el hombre quiera de forma limitada, pero si, según mi punto de vista limitamos nuestra manera de querer y nuestra sexualidad básicamente por una monogamia socialmente impuesta. La película es fantástica, los paisajes serenos invitan a salir del cine y emprender un viaje por donde sea. La aventura se contagia y el desenfreno tienta a muchos excesos. Pero lo mejor es la sensación de libertad. Una libertad que en realidad va buscando lo que echa de menos. ¿Si echamos algo de menos será para recordar que no estamos completos?. “… porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un “¡aaahh” J.Kerouac ,On the the Road Pues eso , amigos seguiré ardiendo...

viernes, 12 de abril de 2013

Melancolía

Adoro a Von Trier. No sólo por ser tan auténtico sino también por llevarme siempre a reflexiones y mundos casi inimaginables. Y digo "casi" porque una vez conocidos realmente me adentro en ellos y mi imaginación empieza a volar gracias a él. Citando a Melancolía, es inevitable pensar en Hipócrates y ese humor denominado "bilis negra" y que provocaba depresión y miedo prolongado. Nada más adecuado para la protagonista: la maravillosa Kirsten Dunst o Justine en la película. ¿Qué haríais si se acabara el mundo? sé que es complicado hacerse una idea real pero intentadlo. ¿Dónde iríais? ¿a quién buscaríais? . Yo lo he pensado, en parte, gracias a Von Triren. La boda de Justine parece tan perfecta al inicio y luego poco a poco y en manos de una cámara nada fija evoca realidad hasta el extremo, esa realidad tan hipócrita que todos pretendemos evitar. ¿Una boda perfecta? nada más lejos de la realidad, todo es mentira, hasta la vida lo es porque todos sin saberlo, excepto Justine, van a morir y con ellos todo lo que les rodea se acabará. Los negocios no tienen importancia, la verdad está por encima de todo para alguien como ella , con la sensibilidad a flor de piel, o a tocar del planeta tan lejano. Lo único que importa es hacer y sentir lo que uno realmente quiere. La cercanía del imponente planeta le influye, y ¿cómo no? si la marea cambia con la luna ¿cómo no van a modificarse nuestros sentimientos cuando un planeta como Melancolía se acerca a la tierra?. Ella intenta desesperadamente hablar con su padre, alguien que nunca la escucha , o encontrar la verdad en las personas que le rodean descubriendo que ninguna la conoce como ella quisiera, ni siquiera la persona con la que ha estado a punto de comprometerse para el resto de la eternidad. Y ¿qué es la eternidad cuando otro planeta 4 veces mayor acecha la Tierra?. De repente no hay eternidad y entonces, ¿dónde se encuentra la esperanza humana? Von Trier nos explica el final al principio del film. Creo que con la intención de que a lo largo de la película la angustia crezca sin parar y, poco a poco, aumente hasta llegar a su punto álgido al final de la película. En el transcurso de la obra el espectador puede adoptar la actitud de cada una de las hermanas: la loca Justine que acepta el final con serenidad o la pragmática y ordenada Claire que le aterra un desenlace que es imposible controlar. Ésta además, tiene un marido, cobarde, muy cobarde, y único representante masculino de la posible acción frente la adversidad.. . La valiente es la loca. La cobarde la sensata. Y entonces ¿qué es lo normal? ¿dónde se encuentra la realidad? Lo mejor es plantearse que la vida puede realmente terminar. Lo mejor de Von Trier es que ahora cada vez que miro al cielo lo hago con cierto temor pensando que Melancolía puede acercase y que el mundo que nos parece tan real puede acabar en un segundo. Que quizás, lo que me haga más a mi misma, lo que me identificaría de verdad, sería la valentía con la que afrontara ese último instante. Eso sería lo más importante y todo lo demás, toda mi vida, sería insignificante. ¿Alguién está preparado para aceptar tal condición?.

domingo, 7 de abril de 2013

Fidelidad con uno mismo

Ahora resulta que La Caixa nos da consejos. No digo que no sea con buena intención aunque también me parece normal que la duda asome en mi pensamiento. “Se fiel a ti mismo": ese es el mensaje que evocan en su último spot publicitario. Pues si señores, eso intentamos. Cada vez más intentamos ser fieles a nosotros mismos. Claro, hablo por mi pero creo que somos muchos los que pensamos así. Intentamos ser fieles a nosotros mismos queriendo dar lo mejor de nosotros a la sociedad, cada uno a su manera, con sus propias limitaciones y recursos. Intentamos hablar como pensamos, hacer lo correcto que acostumbra a ser lo que nos satisface, al menos a mi. Yo quiero ser fiel a mi misma y comprometerme con los demás apostando por una sociedad donde lo prioritario sea ayudar y no robar. Donde la sinceridad y la capacidad de autocrítica no se castigue con juicios de ignorantes sino que ayude a crecer. Que el error no sea un estigma sino algo visto para construir y aprender. Donde la política sea un voluntariado remunerado moralmente y la corrupción sea castigada, de verdad, como se merece. Si fuera fiel a mi misma no me permitiría que me representase gente que solo piensa en su propio interés. Si fuera fiel a mi misma robaría más para los pobres y predicaría una especie de comunismo anárquico humanitario. Ahora yo les pregunto a ustedes: ¿son fieles a si mismos? Me están diciendo que su fidelidad les permite anteponer los billetes de colores a las personas?. Pues nada, desde aquí les agradezco su consejo y espero poder seguirlo. Sin embargo, quisiera pedirles que ustedes también lo sigan y se apliquen el cuento (nunca mejor dicho) quizás así, algún día consigamos entre todos un cambio verdadero. Eso si , les pido por favor, que la fidelidad a si mismos sea guiada por la solidaridad y el amor con las personas y no por la avaricia que rompe el saco y este saco ya está deshilachado.