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miércoles, 2 de enero de 2013

Seguramente el hombre será el animal más extraño que existe en el globo terrestre. Ha logrado prácticamente todo lo que ha querido o está en ello. Ha inventado tecnología capaz de ultrapasar distancias y tiempo. Ha creado la instantaneidad. Aviones que reducen la distancias de rutas ancestrales. Ha inventado la literatura; capaz de transportarnos a otros mundos y convertirnos en otros personajes. Ha inventado la biotecnología, la nanociencia, teorías de la relatividad que apenas podemos imaginar. Ha inventado trenes de alta velocidad, aviones supersónicos, tanques invasivos, y cohetes turísticos. Pero qué pasa con la bondad?. La bondad ha existido desde siempre y sin embargo no hemos avanzado en ella. Que yo sepa no se ha inventado una bondad capaz de desplazarse a velocidad de la luz ni cohetes urgentes de necesidades. Qué ha pasado con nuestra conciencia?. En todo lo que hemos inventado hemos perdido la perspectiva. La perspectiva real de quién somos y qué hacemos aquí. Nuestra propia perspectiva ha hecho que nos engañemos en lo que somos en realidad. Ha hecho que nos creamos amos de un mundo en donde nosotros somos lo más importante. Pero debemos preguntarnos, quién ha decidido este punto de vista y por lo tanto cuánto de real tiene? Estamos dentro de una inmensa galaxia y no somos más especiales que los demás. La vida no tiene porque describirse según lo que precisemos nosotros. El mundo no está aquí por nosotros. Él ya estaba mucho antes y lo que vivimos nosotros es sólo el mundo que nos hemos descrito, no debemos olvidarlo. La ciencia no deja de ser una descripción del código que el mundo ya está utilizando desde siempre. Nos hemos empeñado en describir y analizar las cosas, la vida, las otras personas y animales desde nuestra medida, desde nuestro propio mundo. Y qué más lejos de la realidad?…ese mundo sólo existe en nosotros. Todo lo que hay aquí fuera está porqué existe, no para servirnos ni para poder ser descrito por nosotros. Esta es la perspectiva que hemos perdido. Debemos imaginarnos pequeños, diminutos, pero no vulnerables simplemente no especiales. No tienen nada de malo. Estamos vivos y eso es lo más importante. Estamos condenados a describir el mundo desde nosotros mismos y vivir con nuestra propia visión, si queremos. Podemos cambiarlo, sólo hay que quitarse de encima el invento de la yoicidad, el ego despiadado que nos aísla de los demás, de la vida y del mundo original. Si uno se desprende de eso ve el mundo tal y como es, en su esencia sin subjetividad. Queda sólo la objetividad de ver aquello que hay, no aquello que uno quiere ver o que puede ver a través de su propio código. Los empiristas tenían razón, pero los racionalistas también. Solo sabemos pasar de un lado a otro como las eras históricas y artísticas: de romanticismo a realismo, de realismo a abstracción como un péndulo que no quiere parar, que no encuentra el equilibrio. Y porqué? pues por que percibimos desde nuestro propio mundo y en él existe una combinación de egoísmo, protagonismo, ambición, racionalidad y subjetividad empirista que quiere convertirnos en eternos protagonistas. Salgamos de ahí.

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