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domingo, 22 de diciembre de 2013

Antes del anochecer

Desde hace algunos años estoy contenta de haber descubierto uno de los secretos de la felicidad: el amor no es sólo una emoción es, en gran parte, una decisión. Para algunos esta rotunda afirmación le quitará romanticismo al tema pero en mi caso no es así. Amar significa decidir. Decidir decírselo a la persona en cuestión, demostrárselo. Significa que vas a luchar por ese alguien, que no vas a querer modificarlo pero si entenderlo. El amor al ser, en parte, decisión implica motivación para asumir una responsabilidad: la responsabilidad de convertirlo constantemente en algo casi perfecto. Antes del Anochecer es, para mi, la mejor de la trilogía de Richard Linklater. Esta última película es brillante sobretodo en lo que se refiere al guion escrito, por cierto, con ambos actores. En más de una ocasión he escuchado decir que con los años el amor se desgasta de tanto usarlo. Yo pienso que simplemente hay que cuidarlo y aceptar que parte de él se puede transformar. Celine (Julie Delpy) parece algo cansada, parece querer tentar al destino para romper con todo y encontrar una libertad que ya parece lejana, esa libertad gracias a la cual lo encontró a él....Jesse (Ethan Hawke) es paciente, conciliador, bueno, aunque parece que para ella no es siempre lo suficientemente empático para darse cuenta de todo a lo que Celine ha debido sacrificar. Seguramente dos historias muy semejantes a tantos de nosotros con muchas diferencias, claro. Su amor es inteligente y bueno, sincero y colosal, eterno, pero al mismo tiempo, vulnerable. Al final el terremoto se templa gracias a otro don humano: la imaginación. La magia de inventar motivos, historias que quizá por un segundo los libera de todo y permite que todo vuelva a empezar. Es entonces cuando se dan cuenta que querer no es solo sentir, si no también decidir cosas constantemente y, entre ellas, que el amor real probablemente no sea perfecto.