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martes, 25 de octubre de 2011

Curriculum Vitae


De pequeña siempre quise ser bailarina. Supongo que es parecido al sueño de ser astronaut@ o bomber@. Pero es verdad, de hecho estudié 14 años de mi vida, con todos los lloros, llagas y humillaciones que comporta eso. Pero me sentía (y me siento) tan feliz bailando que si volviera a ser pequeña volvería a repetir ilusión.
Seguramente no lo fui por dos motivos principales: uno mi padre y dos el sistema. Si, porque claro, ser bailarina no iba a traerme el dinero y el éxito que estaba planeado para los de mi generación.
Luego se pretendió que con 18 años supiera que quería hacer con mi vida y ahora pienso…¡madre mía! ¿Y quién sabe lo que quiere ser en la edad en qué las hormonas controlan tú mundo?. En fin, como tenía que decidir qué etiqueta llevar el resto de la vida, primero pensé en estudiar “relaciones públicas” que se llevaba mucho y además, me encantaba hablar… Pero claro, eso no era suficiente…así que elegí ciencias, porque sonaba importante y porque con eso creía que mi progenitor se sentiría orgulloso.
Y así me encontré cursando Biotecnología…Bio qué? Pues eso, yo casi me preguntaba lo mismo el primer día de carrera. Tuve suerte ya que me encantaron los acertijos matemáticos, los experimentos y sobretodo aprender cómo funcionaban esos maravillosos seres con los que me había iniciado en mi jardín de las delicias particular: el jardín de mis abuelos.
Las plantas siempre han sido para mi algo vinculado a ellos, a su amor, a su paciencia, a su ternura, a su felicidad y a su eterna amabilidad. Yo de pequeña creía que las plantas del jardín de mis abuelos se alimentaban de su amor. Muchos años después, haciendo el postdoctorado en Italia descubrí que las plantas crecen mejor si las “mimas”. Tocándolas cada día haces pequeñas heridas que provocan que su sistema inmunitario se active de modo que se vuelven más fuertes frente a condiciones ambientales adversas y más resistentes a los ataques de posibles patógenos. La sabiduría tradicional siempre se ha adelantado.

Después cuando acabé la carrera con notas mediocres no sabia muy bien qué hacer con mi futuro, pero claro, el sistema me había asegurado un futuro genial con un título así que empecé a mandar currículums con la esperanza de conseguir eso que tanto me habían prometido: una felicidad prefabricada y en una caja vacía.
Sin embargo, la vida me volvió a sorprender y me regalaron una beca para investigar con el melón. Así de feliz estuve cinco añitos, con mis melones (se permite reír), aprendiendo mucho pero sobretodo disfrutando mucho de la investigación, porque investigar es CREAR y ese, es uno de los ingredientes para mi felicidad. A parte de estar rodeada de gente maravillosa. Además, me permitió viajar y empezar a ver un poco más de mundo. Eso si, sin contrato porque claro, estaba “en formación” pero valía la pena ya que si me doctoraba luego podría acceder a un trabajo extra bueno y repleto de éxito profesional. El último año tuve que hacer un intento de sabotaje para que me hicieran contrato y lo conseguí.

Como se acababa esa maravillosa beca de 800€ tenia que buscar alternativas. Además, la economía familiar no estaba para mantenerme. Y así fue como la vida me hizo otro regalo: una beca postdoctoral en Roma! si!. Aunque el doctorado quedase en el tintero no podía renunciar a una oferta de ese calibre. Sueldo:2000€, investigadora y con responsabilidad. Así pasé casi dos años con renovaciones constantes, aprendiendo la maravillosa cultura italiana y disfrutando de la cuna de la cultura, la historia y el arte. Sólo en Roma hay 8 millones de obras de arte así que no me aburrí. Tuve que tomar la decisión de volver, a pesar de que me ofrecieron un contrato indefinido con responsabilidad y posibilidad de llevar un equipo. No me arrepiento, el amor y la familia es lo primero.
De todo eso ya ha pasado un año.
Estoy aquí sentada escribiendo para reflexionar una vez más sobre todas esas promesas. Ahora que tengo toda esa formación no puedo hacer nada. Me comen por dentro las ganas de ser útil, de ayudar a crear, en la investigación, en el arte, en la cultura, en la humanidad.
El sistema nos ha engañado a todos. Me siento afortunada porque disfruto de todo lo que hago y ahora he decidido cumplir otro sueño: estudiar humanidades.
Pero las falsas promesas cambiaron mi destino y eso es algo que nadie puede recuperar. Por eso, si alguien que está leyendo esto tiene que elegir su carrera que decida en función de lo que realmente quiere. Que no elija su profesión en función de las promesas envueltas en euros, que la elija en función de aquello que le hace sentir vivo, útil y a ser posible que ayude a la humanidad.
No sigas el sistema. No eres lo que trabajas, eres lo que tú quieres. Sólo así podrás ser feliz.
He dicho.

domingo, 23 de octubre de 2011

Ara penso sovint de Miquel Martí i Pol





Ara penso sovint que si les coses
haguessin passat tal com nosaltres volíem
potser tindríem fúcsies novelles
en un pati molt clar, i un blau profund
de amr obert al fons de la mirada.
Jo tindria la pell més enfosquida
i els capvespres d'hivern et portaria
rams de paraules per guarnir el silenci.
Penso, per joc, en tardes de diumenge
i en balancins de boga que fan lentes
les hores, i en un arbre ran dels vidres.

Tan petit i tan dens, aquell món nostre
que havíem ja prefigurat detura
la caiguda del temps i fins conserva,
com una àmfora antiga, un remotíssim
passat de somnis i de meravelles.
Són tan dòcils a estones les paraules
que se'ns desfan als dits i el vent escampa
d'ací d'allà les màgiques engrunes.

Ara penso sovint i em dol l'absènsia
d'aquell món no viscut: la casa blanca
i el pati, i tu, i els llibres, i el silenci.

Miquel Martí i Pol
He heredat l'esperança (1976)